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La información disponible sugiere que se hace un uso excesivo de él como esteroide anabólico androgénico, especialmente en situaciones donde los deportistas prefieren incrementar la fuerza en lugar de la masa muscular y, por ende, el aumento de peso. Por lo tanto, es claro que su abuso se concentra principalmente en aquellos deportes con categorías de peso. Además, se piensa que contribuye de manera significativa a la dureza y definición muscular, precisamente por su elevado nivel de androgenicidad. El hecho de que, en dosis menores, parezca provocar poca o ninguna retención de agua no resulta interesante. Su popularidad también ha crecido entre los atletas de boxeo y fútbol americano, ya que ayuda, en cierta medida, a mejorar la resistencia durante entrenamientos intensos y esfuerzos al máximo.
La fluoximesterona es uno de los esteroides anabólicos androgénicos más tóxicos, pudiendo tener efectos muy adversos en el organismo, incluso con un uso relativamente breve, específicamente en la función hepática. Solo la metiltestosterona clásica podría igualar su nivel de toxicidad.
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